Buscar este blog

martes, 17 de enero de 2012

Amor Etereo


Como cristalinas gotas de agua,
que caprichosamente se deslizan
en los ventanales de mi imaginación,
vienes tú, a mi memoria.
¡Tus labios rojos entreabiertos y sensuales!
Invitando a los míos
al beso ardiente, prolongado y lleno de pasión.

Amada mía, allí en donde estás ahora,
ese lugar etéreo en donde habitas…
¿Es frío, triste y sombrío?
¿O es acaso tibio y refulgente como la aurora?

Fuiste tú, quien por vez primera
Encendió en mí la llama ardiente del amor.
Un fuego que con veloz fluidez
se extendió en las fibras de mi ser,
saturándome en aquel entonces
de una delirante y total fruición.

El destino quiso separarnos; lográndolo por fin.
Después te vi y tú me viste.
Y aunque físicamente no me perteneciste,
en tus bellos ojos siempre adiviné
que tu alma jamás dejó de ser mía.

Era un alivio entonces
tenerte cerca, aunque saberte ajena.
Hoy estás tan lejos y tan cerca.
Cerca… porque sé que para llegar a ti
solamente me hace falta algo: ¡Morir!
Y lejos… porque mi incertidumbre
me hace dudar, si allí en donde estás
volverán tus ojos a encontrarse con los míos.


Copyright © 2000-2012 Ernesto González Borja. Todos los derechos reservados..

No hay comentarios:

Publicar un comentario