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lunes, 30 de enero de 2012

Brindis de los bohemios de Hidrochulac (1983-1984)

En torno de una humeante churrasquera
un grupo de empleados de Hidrochulac departía,
despidiendo así  el año viejo que se iba
y deseándose unos a otros que el año que venía
fuera lleno de ventura y pletórico de felicidad.

El aroma de la carne asada se esparcía
abriendo el apetito de los  compañeros de trabajo;
las copas de licor se chocaban entre sí,
se vaciaban, se llenaban y volvían a vaciar.
La noche era fría, el clima de la época,
pero las brasas de la fogata daban al alegre grupo
un agradable calor, que la transformaba en placentera.

Se hablaba de todo:
se contaban chistes y se hacían bromas,
el humo de la fogata y el de los cigarrillos
se confundía elevándose en formas caprichosas
hacia el cielo iluminado por estrellas.

En la parrilla se veían trozos de carne,
tortillas, cebollitas y una sartén con frijol volteado.
Lily demostró ser una magnífica cocinera
además de ser una eficiente secretaria.
Se escuchaban alegres risas y las bellas notas
que brotaban de una enorme grabadora.

Una voz varonil dijo de pronto: “La doce, compañeros,
Digamos el requiescat por el año que se ido
―se bajó el volumen a la grabadora
y se escucharon aplausos y ovaciones,
animando así al que hablaba―.
Brindo ­―continuó Tavo― por Fabiola,
por esa secretaria hermosa y encantadora,
la del pelo rubio como una aureola”.
“¡Bravo! ―dijo Maco―. Yo brindo por Betty,
la secretaria de Sismología, por su cuerpo espigadito
Y la eterna sonrisa de sus labios”.

Franco levantó su copa, se sobó su estomaguito,
nos envolvió con una nostálgica mirada, y dijo:
“Yo brindo por Lily, la secretaria de la Tesorería,
la que esta noche nos ha llenado de alegría…
Brindo por sus hechizos, y porque el año entrante
nos siga deleitando con sus guisos”.

“¡Brindo por Margarita! –casi gritó Fredy―.
Sí, brindo por esa preciosa muñequita”.

Los bohemos de Chulac reían y aplaudían,
festejando cada brindis, cada ocurrencia,
ocurrencia que brotaba de sus labios,
inspirados por noches como aquellas…
noches sin luna, pero con un cielo salpicado de estrellas.

“¡Brindo por Ruth! ―dijo FM―,
(alguien del grupo fijó toda su atención al brindis)
la encargada de la fotocopiadora,
por ser una buena trabajadora
y porque hoy vemos que a su esposo adora”
(El esposo de Ruth sonrió con complacencia)

“¡Brindo por Chayito, la secretaria de compras,
Porque esta noche nos da calor con su presencia!”
―dijo Chepe, y apuró su copa de venado y coca.

Alejandro se subió en un bordo, y dijo:
“¡Brindo por Normita, la secretaria de la Dirección Residente,
por su cara tan bonita y su carácter complaciente!”.

En el horizonte plateaba la aurora,
el primer día del año 1984 se abría paso en las tinieblas
del año 1983 que agonizante se despedía.

Grillos, ranas y sapos también celebraban en coro,
uniéndose a la algarabía de los empleados de Chulac.
Era de madrugada cuando todos contentos
se despidieron y se retiraron a sus viviendas.
Un año de trabajo venía, y debían esperarlo sobrios.

***

Con dedicatoria a los alegres compañeros de trabajo
de Hidrochulac. Un saludo cordial para todos.

Ernesto González Borja

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