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martes, 17 de enero de 2012

Acerca de Aurora y ocaso de una ilusión

Augusto sale de Cobán
Aquella gris mañana del mes de septiembre del año mil
novecientos seis, el “chipi-chipi” seguía cayendo sobre
las ya húmedas tierras de Cobán, tan húmedas que el caminar
en ellas era poco menos que imposible. Las montañas que circundaban
... la ciudad no se distinguían. Algunos rayos solares
trataban de forzar los gruesos nubarrones, y las sombras de
personas y objetos apenas se proyectaban.
Augusto, con impaciencia marcada, se asomaba a cada
instante a la ventana de la casa de doña Joaquina, su madre,
dirigiendo su mirada hacia el Norte. Vestía pantalón color caqui,
camisa blanca y chaqueta que hacía juego con el pantalón;
calzaba botas altas y un sombrero de fieltro color café;
de caminar erguido, estatura mediana y espaldas anchas; su
rostro moreno de ojos negros y espesas pestañas, expresaba su
carácter noble, recto y decidido. Consultó su reloj de bolsillo
y vio que éste marcaba las ocho en punto. ¡Era hora de partir!
“Lloviera, tronara o relampagueara”, Augusto emprendería
viaje hacia el norte de Alta Verapaz, en donde pensaba probar
fortuna. Había llegado a sus oídos que en las márgenes del Río
Negro, las tierras eran fértiles y prometedoras, además de ser
grandes extensiones de baldíos...


Copyright © 2000-2012 Ernesto González Borja. Todos los derechos reservados.

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